miércoles, 28 de abril de 2010
.epilogue1.
Una vieja plaza. Un árbol milenario. Hojas caídas que acarician los rayos de atardecer que se filtran por sus ramas. Una fuente de amor totalmente desolada por la indiferencia de los ojos que la ven. Seguro que jamás habrá pasado por sus cabezas llenas de insípidas ideas, que la majestuosidad, la imponencia innata y perenne resguardada por su tronco, el húmedo y acogedor ambiente creado por la sombra de sus brazos de madera extendidos hacia el aire, hizo posible la felicidad de muchos mortales. Daría lo que queda de mi existencia por poder vivir eternamente los momentos más gloriosos de mi vida en su presencia. No podría dejar de recordar, con ansia infinita, todo ese mar de emociones, algunas contrariadas y otras sin límite, que recorrieron mis sentidos más de una vez, que me hicieron vivir intensamente una de las experiencias más etéreas y a la vez palpable: amar.
En otro cuerpo. En otra alma. Amar sin ningún tipo de reservas. Amar porque lo necesitas para vivir. Amar lo que haces, lo que deseas, lo que tienes, y lo que nunca tendrás. Amar en la mirada hacia la inmensidad del cielo lúgubre adornado con destellos de luz parpadeante. Amar con la seguridad de saberse encontrado, de saberse presente en otro pensamiento. Amar hasta el cansancio. Amar por lo que ha pasado, lo que pasa, lo que aún no pasa, y lo que nunca pasará. Amar con los cinco sentidos, y haciendo del amor el sexto. Amar con un desenfreno tal que pueda lograr lo imposible: tener en uno tu todo.
Quiera Dios que cuando muera, muera de amor. Que muera amado y amando. Por si muero de amor, al menos sabré que dejaré este mundo sintiendo que muero de una enfermedad de la que jamás quise curarme. Que nadie jamás en esta faz, consiga saber el secreto del amor, porque si así fuera, dejaría de ser una bella y endulzante intriga, y ese interés por amar desaparecería. Y con él se irían todos los sueños, las esperanzas, los recuerdos, y la vida.
Mis escritos
Ah! Lo olvidaba... Mis escritos tienes dos características peculiares (una firma personal que quise darles):
a) Todos tienen la fecha y hora a la que fueron escritos,
b) el título de cada uno comienza y termina con un punto (así sabrán cuando se los topen...)
Bon nuit!
domingo, 18 de abril de 2010
Un libro, un mundo (II): Huellas
Cuando somos pequeños, sólo basta un poco de entusiasmo e imaginación para poder hacer de unas pocas cosas un entretenido juego. Y eso, a mi parecer, resulta en las primeras prácticas de "diversificación" del pensamiento humano: poder plantear variadas y pintorescas posibilidades y escenarios en los cuales recrear situaciones que todo niño anhela hacer realidad. Nuestros primeros rasgos de variabilidad en contraposición a esa especie de ciclo circadiano que nuestros padres y "personas mayores" nos van imponiendo con el fin de entrar en un esquema "natural" de vivir el día a día.
Pocas cosas se hacen constantes en nuestra vida como infantes. Una de esas acciones constantes para mí fue el ver a mi padre leer constantemente algún libro. Sea cual fuere el interés de turno, siempre había un libro, una revista, un folleto que le daba representación y manifestación física a ese interés. Y eso, para mí, se convirtió un legado que hoy en día me siento agradecido de haber heredado.
Con el paso de los años, mi papá fue armando su biblioteca. Muchas fueron las ocasiones en que, al azar, escogía uno de eso libros, y lo hojeaba. Para ese entonces solía buscar "dibujitos" que me ahorraran el trabajo del razonamiento que va de la mano con la lectura. Y a veces los encontraba, a veces no. Pero el verlo absorto en el descifrar todas esas palabras, buscando la idea que desarrollaban, me llevó a leer. Pudo más la curiosidad de saber por qué tal o cual libro no tenía los "dibujitos" que andaba buscando. Y empecé a leer.
Hojeé muchos libros, pero no fue sino hasta la pre-adolescencia cuando en realidad empecé a leerlos en serio. Y en esta publicación quiero contarles sobre uno de esos libros.
Título: Huellas
Autor: Kepa de Derteano y Basterra (alias "Perú de Arteaga"), escritor vasco
Fecha de Publicación: 1969
El libro, del cual tengo en original la 2º edición de 1974, es una compilación de cuentos de diversas temáticas pero todos escritos bajo una figura de "novela fantástica", pero que sabe condensar bien elementos emocionales que atrapan al lector en una trama que se siente real.
De seguro que en la Web habrán reseñas biográficas del autor. He preferido incluir un apéndice del libro, que reproduce una publicación del diario "El Carabobeño" en su edición del día 28 de diciembre de 1969 que, más que reflejar sus hechos de vida, cuenta sobre su perfil literario:
El autor de HUELLAS nació en Amorebieta, Vascongadas (España), el 3 de julio de 1923. De origen vasco, se nacionalizó venezolano. Como tantos otros vascos, después del exilio recorrió diversos países, hasta afincarse definitivamente en Venezuela. Fueron, primero, las tierras de Francia y de Bélgica las que le acogieron; y es precisamente en este último país donde estrecha vínculos de amistad con ilustres personajes de la política, como Spaak, Huysmans, Van Kauwelaert, Bernaerts, y otros.
Desde muy temprano siente la irrefrenable vocación de escribir; y así comienza a editar, y a la vez a escribir en varios periódicos: "Tierra Vasca", "Azkatasuna", "Entérese" y otros. Fundador de la Confederación de Estudiantes Vascos, denominada "E.I.A." (Eusko Ikasñe Alkartazuna), lucha denodadamente y sufre los rigores que conlleva una dedicación plena y apasionada a lo que es su ideal. Incansablemente escribe poesías y su obra queda dispersa en muchos lugares y en manos de amigos.
En su obra palpita una inquietud que le hace vibrar y sentir en lo más hondo los problemas consustanciales con la angustia del hombre contemporáneo. En sus relatos se percibe una profunda humanidad; y al contrario de lo que es el clima imperante en las corrientes que predominan en el mundo, sobresale siempre en su obra un destello de esperanza. El mensaje que portan sus escritos, si bien ellos recogen toda la carga de preocupaciones vitales que hoy por hoy parecen anonadar al ser humano, ofrece una solución de paz.
Su actividad literaria en Venezuela ha sido incansable, y su pluma ha llenado los espacios de diversos periódicos y revistas del país [...], y otros muchas publicaciones, reciben su constante colaboración, que es seguida con gran interés por el público lector. Sus artículos abarcan los más variados temas, tanto políticos como económicos y sociales. Escribe bajo el seudónimo de "Perú de Arteaga", que ha hecho famoso, y ha empleado otros como "Maquiavelo", "Ignotus", "Dorremí" (como crítico musical) y "Séneca". Es también comentarista de radio y televisión.
En toda su obra campea la idea de la libertad de los pueblos. Su formación es arraigadamente católica. Y su actitud ante la temática de la vida es la de un inconforme, un rebelde, un independiente. Su obra refleja una amplia cultura y el paso por distintos países imprimen a la misma una peculiar huella.
No soy crítico literario, así que no esperen un comentario exhaustivo sobre el contenido del libro. Sólo puedo decir que me gustó, y mucho. Usa un lenguaje que imprime pasión e intensidad a la narración. Los argumentos son realistas, si bien se trate de "ficción literaria". Así que en las próximas fechas prometo subir al menos un par de cuentos contenidos en el libro (o el libro completo, de ser posible), a ver cómo les sienta.
sábado, 17 de abril de 2010
Un libro, un mundo (I)
Ya que mi idea es hacer llegar lo que aquí escribo a muchas personas, no puedo comentar mucho sobre los libros técnicos de ingeniería o relacionados con el ramo. Pero sí que puedo comentar sobre todos los que presenten un target más general al que van dirigidos. Los que en muchas ocasiones he encontrado más ricos en vivencias, enseñanzas, entretenimiento y cultura. He aprendido un montón de cosas leyendo literatura. Cosas útiles e inútiles (pero que igual da gusto saberlas), jocosas y perturbadoras, sobre temas tan comunes como el clima hasta tópicos tan particulares como la genealogía de los dioses del Olimpo, y su intrínseca vinculación a la mitología e historia social de la Grecia Antigua.
Mi plan con esta serie de publicaciones es la de comentar sobre algunos de los libros que he leído a lo largo de estos años. Los que más me han impresionado y/o que haya disfrutado al leer. Procuraré comenzar con los menos comunes. A lo mejor así logre el efecto atractor que busco.
Sería gratificante que quien lea esto, pueda (y quiera) participar con sus comentarios, o colaborando con la serie, ¿por qué no? Sería estupendo, lo confieso.
Sólo queda decir: ¡Espero les agrade!
domingo, 11 de abril de 2010
sábado, 10 de abril de 2010
Algunos errores de Traducción
En otro artículo que escribí, planteé la posibilidad de que exista un error de traducción en el Evangelio según San Mateo en el Nuevo Testamento. Para sustentar la tesis de que los errores de traducción son más comunes de lo que uno podría creer, ofrezco en este artículo otros célebres errores del mismo tipo.
Al fundarse en el siglo XII la famosa escuela de traductores de Toledo a instancias del arzobispo Don Raimundo, se reúne allí un notable cuerpo de eruditos entre los cuales figuraban Juan de Sevilla, Domingo Gundisalvo, Gerardo de Cremona y Daniel Morlay. Al traducir Abelardo de Bath del árabe al latín la Sintaxis Matemática de Ptolomeo, a quien los árabes habrían llamado “al magest” (la suprema), con el nombre de Almagesto, y cuando Roberto de Chéster traduce el Álgebra de Al Khowarizmi en 1145, los traductores se encuentran en dificultades con el vocablo semicuerda porque para ese entonces la escritura árabe no usaba vocales. Ellos escribían semicuerda con las consonantes jb. Agregando las vocales que él considerara apropiadas, Roberto de Chéster, obtiene la palabra “bahía” que en latín es sinus y desde allí, hasta nuestros días, la semicuerda del ángulo pasó a llamarse “seno del ángulo.” Obsérvese, que la cavidad que la mujer posee entre las dos glándulas mamarias se llama apropiadamente “el seno de la mujer,” porque ella tiene forma de bahía.
Cuando Miguel Ángel hizo su célebre escultura de Moisés como figura central de la tumba del Papa Julio II en 1513 – 1516, esculpió al gran líder del pueblo hebreo con cuernos en la frente.
Se dice que Miguel Ángel al concluir su obra, quedó profundamente impresionado por la fuerza y energía que provenían de la escultura y agarrando uno de sus martillos golpeó la rodilla de la estatua y le dijo: ¡Habla!
Proverbios Retorcidos
Hacer el mal es más difícil que hacer el bien por la falta de colaboración de las víctimas.
Hay malos muy buenos, por eso son tan malos.
Los hombres son malos, las mujeres están buenas.
De cada cien personas, hay noventa con espíritu maléfico y diez que han frustrado su vocación.
No hay que creer totalmente en las opiniones negativas sobre la maldad, la mayor parte de ellas no son objetivas, es más el punto de vista de la víctima que del victimario.
Al mundo no lo ponen en peligro las personas sino los que les llevan la contraria.
Nunca condenes el gesto de quien de buena fe te escogió para disfrutar un poco de sus sentimientos de sadismo.
Las guerras sólo son malas cuando se pierden.
La mayoría de la gente no es tan buena como parece, sólo son más lentos para que los descubran.
No se condena el pecado por pecado, sino por la audacia del pecador.
En este mundo hay gente tan mala, que hay que tener cuidado y rodearse sólo de personas que siempre reconocen que no tienen la razón.
Si quieres provocar a un malo, perdónalo, te odiará el resto de su vida.
Cuentos de Humor Negro
Hace unos meses encontré por la Web un libro llamado "Cuentos de Humor Negro" (Tales in a Jugular Vein), escrito por Robert Bloch en 1965. Sorprendentemente me he enterado que este escritor es el autor de "Psicosis" (Psycho) (1959), novela en la que se basó el renombrado filme homónimo de 1960, dirigido por Alfred Hitchcock. Poco a poco he ido leyendo el libro, y me ha dejado con buen sabor de boca (metafóricamente hablando... la tinta de los libros me cae mal... además estaba en electrónico... XD)
Para muestra les dejo transcrito el primer cuento del libro, y que se lleven una idea de qué va. Y si quedan con ganas de más, aquí les dejo un enlace para descargar el libro (formato PDF).
Era una noche muy calurosa, incluso en los trópicos. Vickery se estaba preparando un combinado de ginebra cuando oyó el discreto golpe en la puerta de la habitación del hotel.
-¿Eres tú, Sarah? -murmuró.
Entró un hombre, rápida y silenciosamente, corriendo el pestillo de la puerta tras él.
-Soy Fenner -dijo-. El marido de Sarah. -Hizo una mueca a Vickery-. ¿Sorprendido, verdad? Sarah también lo estuvo.
-Realmente, yo...
Vickery trató de levantarse.
-No se moleste -le dijo Fenner-. No se mueva de donde está.
Sin dejar de sonreír, sacó una enorme "Webley" del bolsillo de su chaqueta y apuntó al estómago de Vickery.
-Un blanco inmóvil -observó Vickery-. No resulta muy deportivo, amigo mío.
-Miren quién habla de deportividad, después de lo que ha hecho con mi mujer. ¿El gran cazador blanco, eh? Habitaciones contiguas en el hotel y todo... Habrá sido un interesante safari.
Vickery suspiró.
-Supongo que no servirá de nada que lo niegue. Dispare, pues, y que lo ahorquen después.
-Esto sí que no. No deseo que me ahorquen. Por consiguiente, no dispararé.
Sin dejar de apuntarle con la pistola, Fenner buscó algo en el bolsillo de la chaqueta y extrajo de él una pequeña bolsa de cuero. La abrió con precaución y dejó caer un objeto movedizo y de vivos colores a los pies de Vickery. Parecía un diminuto brazalete de coral, pero estaba vivo.
-Será mejor que no se mueva -murmuró Fenner-. Sí, es una krait. La serpiente más pequeña y mortífera que existe en el mundo, según me han contado.
-¡Espere, Fenner! Escúcheme...
El diminuto brazalete de coral se desenroscó de repente. Antes de que Vickery pudiera apartarse, se lanzó contra él como un relámpago escarlata. Una y otra vez, la krait hundió sus colmillos en la pierna derecha de Vickery, a través de la delgada tela de sus pantalones.
Vickery profirió un gemido y cerró los ojos, sin intentar aplastar a la serpiente. De pronto, ésta cesó en su ataque y volvió a enrollarse en el centro de la alfombra.
Fenner tragó saliva, se enjugó la frente y depositó la pistola sobre la mesa.
-Le dejo esto -dijo-. Tal vez quiera usarla. Me han dicho que en menos de diez minutos...
Vickery se echó a reír.
-Fenner, ¡es usted un crédulo!
-¿Qué quiere decir?
-El nativo de un bazar le vende una inofensiva culebra cristal, y usted acepta su palabra de que se trata de una krait. Como aceptó las explicaciones de una mujer celosa cuando ésta le contó que ella y yo nos entendíamos. En realidad, amigo mío, estaba enojada porque yo no quise saber nada de ella. -Vickery volvió a reírse-. Admito que mis palabras no resultaban muy galantes, pero tiene usted derecho a saber la verdad.
-¿No esperará que me trague esto, verdad?
-Como usted guste. -Vickery agitó una mano-. ¡Oh, no se marche! Siéntese y charle un rato conmigo. No va a ocurrir nada, como usted mismo podrá comprobar.
Y no ocurrió nada, exceptuando que Fenner tomó una copa y una breve charla le convenció de que Vickery era tan inocente e inofensivo como la minúscula serpiente enroscada sobre la alfombra.
Cuando se marchó, presentó rendidas excusas a Vickery por todo lo ocurrido. Enviaría el equipaje de Sarah en el primer avión que saliese para Londres, y él pensaba seguirla allí a la mañana siguiente.
Vickery le deseó un buen viaje.
-Llévese su pistola -dijo-. Y también la serpiente. No se moleste en meterla en la bolsa, póngala en su bolsillo. A las serpientes les gusta el calor y el contacto con el cuerpo humano.
Cuando Fenner salió para dirigirse a la habitación antes ocupada por su esposa, Vickery siguió haciendo sus preparativos para acostarse. Su mente estaba llena de cálculos matemáticos. Por ejemplo, ¿cuánto tiempo se precisaba para que Sarah llegase a Londres y él pudiese llamarla por teléfono? ¿Cuánto dinero había dicho ella que poseía su esposo? Y cuánto tiempo necesitaría la krait para rebullir encolerizada en el bolsillo de Fenner y morder sus carnes grasientas a través de la ropa?
La respuesta a esta última pregunta no tardó en llegar.
Vickery oyó los gritos del hombre a través del delgado tabique de la habitación contigua, en el preciso instante en que él se sentaba en la cama y aflojaba las correas de su pierna artificial.